Hay agencias de publicidad que no dan para más, son tan limitados que para realizar una campaña que resulte provocativa no tienen más ocurrencia que meterse con la Iglesia Católica.
El producto de los anuncios en cuestión son los helados de la marca Antonoi Federici, y en ellos se pueden ver distintas situaciones que pueden ofender a los creyentes de esta religión. Por ejemplo, una monja embarazada, dos sacerdotes en una situación sugerente y apunto de besarse, una monja y un sacerdote que en una situación similar… y todo aderezado con el eslogan “creemos en la salvación”. Triste y tópico.
Evidentemente las reacciones no se han hecho esperar y han sido las que cabían esperar (valga la “rebuznancia”). La Iglesia Católica los encuentra ofensivos e innecesarios y a pedido la retirada de la campaña, la compañía opina que no hay que sacar las cosas de contexto y que son sólo imágenes, y las autoridades regulatorias los encuentran ofensivos y se plantear retirarlos (al menos el de la monja).
Es triste una campaña de este tipo, además de rancia (ya que se ha visto en otras ocasiones) es cobarde y miserable. Y digo que cobarde porque estos mismos tipos no se atreverían a hacer un anuncio, pongamos por caso, un montón de islamistas en la meca orando y que en lugar de la sagrada “piedra azul” hubiese una tarrina de helado gigante. En una situación así se acongojarían por la reacción que podrían suscitar, así que pensarán “nos metemos con la Iglesia que nunca pasa nada, en el peor de los casos sólo habrá que retirar la campaña, y la repercusión que habrá tenido ya habrá valido la pena”.
Y también miserable, porque es innecesario ofender a la gente en temas de creencias religiosas. Es un tema delicado y muy personal donde hay que exigir el mayor de los respetos. La publicidad en muchas ocasiones pretende llamar la atención, generar un recuerdo, levantar expectación, ser transgresor… y hay muchas formas de hacerlo, sin necesidad de ofender a nadie, solicitar donaciones de miembros para un restaurante caníbal (es cierto, en Alemania), o lanzar burros por los aire en paracaídas. Esto sólo demuestra pocas ganas de trabajar, insensibilidad a los sentimientos de los demás y ser bastante… tonto.
Fuente:
Raúl Peñaloza dice
Estoy de acuerdo contigo. Hay gente que es sensible y vulnerable que no merece lo que es claramente un ataque a su sensibilidad. Yo, en lo personal, no me gusta la iglesia, pero para todo hay un lugar y un momento. Creo que la publicidad debe ser, ante todo, propositiva. Sí, se trata de estimular el consumo, porque si crece el consumo crece la producción y si crece la producción, crece el empleo.
Honestamente pienso que esta campaña des-estimula el consumo y no persigue un fin comercial, sino político. Y para eso, hay otros espacios y otras maneras.
En fin.
Álvaro dice
Agradezco que veas el post bajo este enfoque, porque no se trata de creyente contra no creyentes, sino de respeto o no respeto hacia los demás.
Hay formas muy ingeniosas de comunicar ideas, esta es burda y sólo busca polémica, un poco triste.
Aurora dice
Absolutamente de acuerdo, Álvaro. Ofender para crear polémica es de neurona muuuy limitada. Horroroso, más aún que por faltar a la Iglesia, por que no respeta a toda la gente que cree en ella. Además, ni siquiera son creativos en la idea.
Álvaro dice
Gracias por tu colaboración Aurora. Estoy de acuerdo contigo, no se trata de una religión concreta, se trata de no ofender a nadie por una razón por la que no hay necesidad. Completamente innecesario y como dices, de neurona limitada.