Ley de la exclusividad. Dos empresas no pueden tener la misma palabra en la mente de los clientes.
En el libro «Las 22 leyes inmutables del Marketing», Al Ries y Jack Trout, nos dicen: “cuando uno de sus competidores se ha apoderado de una palabra o posición en la mente de los clientes; es inútil intentar apropiarse de la misma palabra”.
Si hemos seguido las leyes hasta este punto, entenderemos clarísimamente porque. Es una cuestión de posicionamiento en la mente de los clientes, y ese anclaje ha venido por la percepción que tienen de nosotros y por cómo hemos gestionado la comunicación. Por ello, el utilizar la “palabra” o “posición” de un competidor, además de inútil puede reforzarle a él.
Un ejemplo que ilustra lo que comentamos, es el caso de los conejitos de Energizer. El concepto “larga duración” es de Duracell, pero Energizer ha tratado de quitárselo, y para ello ha llenado las televisiones de conejitos rosas. Hemos visto cientos de anuncios con los famosos conejitos transmitiendo una capacidad de aguante sin igual, sin embargo (y esto es triste) la mayor parte de la gente cree que los conejitos son de la marca Duracell. ¿Qué está haciendo Energizer? ¿Regalarle dinero a su mayor competidor? Es evidente que debería buscar otro camino, algo falla.
Ejemplos de la Ley de la exclusividad.
Vamos a ilustrar este ejemplo con dos empresas, enemigas acérrimas, que tienen esta ley clarísima y realizan una publicidad espectacular son: Nike y Adidas. Las dos vienen a ser lo mismo, buenas prendas deportivas para deportes generalizados. Donde esté una estará la otra. Es difícil encontrar un deporte donde una esté y la otra no, sin embargo no es difícil encontrar deportes (por ejemplo, deportes extremos) donde no está ninguna de las dos.
- Nike es “Just do it” (hazlo).
- Adidas es “Impossible is nothing” (nada es imposible).
- Vienen a transmitir una misma idea, ponte en marcha, pero lo hacen por caminos distintos.
– Nike. «Just do it».
Adidas: Impossible is nothing.
Yulys dice
Que estrategias ultiliza la ley de la exclusividad de la persepcion